Finalmente, Alejandra Frausto Guerrero dijo: “Gracias José Agustín, no solo fuiste antena y pararrayo, seguirás siendo un faro y espejo, para muchos que seguiremos leyendo tu obra. Te quedas con nosotros en tus letras, en tu rebeldía, en tus lectores, en tus hijos, tus nietos y en Margarita”.
Tras considerar a José Agustín su maestro, Margarita Bermúdez, quien fuera su compañera de vida, dijo que fue fuente de luz que mostró tantas corrientes literarias, posibilidades infinitas.
“Estilísticamente creo que nos dejó un legado impresionante, disfrutable, fresco y original, ojalá que lo sigamos acompañando con la lectura de estos maravillosos textos”.
Asimismo, agradeció la realización de este homenaje, pues hubiera estado feliz de vernos reunidos en torno a él.
En su oportunidad, Jesús, Agustín y Andrés Ramírez Bermúdez agradecieron a la Secretaría de Cultura federal y al Inbal por el homenaje, y compartieron parte de sus anécdotas y vivencias como integrantes de una familia especial, “bajo el signo de lo creativo”.
Coincidieron en la espontaneidad del escritor, además de incurrir en caminos muy variados, especialmente el de la literatura, el de la música, el de los sueños, así como en su capacidad de contar cuentos todos los días.
José Agustín fue uno de los escritores más representativos de la literatura mexicana e hispanoamericana, inserto en la denominada “literatura de la onda”, convirtiéndose en un autor que trascendió generaciones, con sus obras La tumba, De perfil, Se está haciendo tarde, El rock de la cárcel, Ciudades desiertas, Cerca del fuego, La contracultura en México y Dos horas de sol, y destacándose como un prolífico narrador en los géneros de la novela, el cuento, la dramaturgia y el guion cinematográfico.
Su labor literaria fue reconocida a través de diversos galardones, como el Premio Nacional de Literatura Juan Ruiz de Alarcón, en 1993; el premio Dos océanos, entregado por el Festival Internacional de Biarritz; Cine y Cultura de América Latina en 1995 por su obra Dos horas de sol; la Medalla Juan R. Escudero del Puerto de Acapulco en 2005; así como la Medalla Bellas Artes en 2011, un reconocimiento que otorga el Inbal.