La población presenta aumentos de grasa en el hígado cuando una quinta parte o más de su dieta se basa en estos productos.

El abuso en la ingesta de comida rápida, unido a otros hábitos poco saludables como la ausencia de ejercicio físico, está vinculado al desarrollo de problemas de salud como la obesidad o la diabetes tipo 2. En un país como España, en el que, según datos de la última Encuesta Europea de Salud (2020), el 16% de la población adulta padece obesidad y casi un 40% sobrepeso; y en el que, según datos de 2021 de la Federación Internacional de Diabetes, la diabetes tipo 2 afecta a uno de cada siete adultos (la segunda tasa más alta de Europa), estas asociaciones están más que alertadas por expertos en salud pública, médicos y divulgadores.

Existe gran desconocimiento sobre la relación entre la ingesta continuada de comida rápida y el desarrollo de hígadograso no alcohólico (también conocido como esteatosis hepática). Se trata de una afección potencialmente mortal producida por la acumulación de grasa en el hígado y que puede derivar, en estadios más avanzados, en cirrosis y en cáncer hepático. En países como Estados Unidos, ya es la principal causa de trasplante de hígado.

Según los resultados de un reciente estudio publicado en la revista científica Clinical Gastroenterology and Hepatology, las personas con obesidad o diabetes que consumen el 20% o más de sus calorías diarias en comida rápida presentan niveles muy elevados de grasa en el hígado en comparación con quienes consumen menos cantidad o nada de fast food. La población general también presenta aumentos de grasa en el hígado cuando basa una quinta parte o más de su dieta en aquel tipo de alimentos, aunque en este caso el incremento es más moderado.

“Los hígados sanos contienen per se una pequeña cantidad de grasa que por regla general representa menos del 5%. Sabemos que incluso un aumento moderado de esos niveles podría conducir a la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Nos sorprendió especialmente el aumento severo de la grasa hepática en personas con obesidad odiabetes”, explica la hepatóloga Ani Kardashian, de la Universidad del Sur de California. “Probablemente se deba al hecho de que estas condiciones de salud causan una mayor susceptibilidad a la acumulación de grasa en el hígado”, añade Kardashian, autora principal del estudio. Considera que los hallazgos son “particularmente alarmantes” en un contexto como el actual, en el que el consumo de comida rápida ha aumentado considerablemente en los últimos 50 años, al margen del nivel socioeconómico.

En España, según afirma Rocío Aller, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Clínico de Valladolid, el hígado graso no alcohólico ya es la principal causa de cirrosis, por encima incluso del consumo de alcohol. “Es un tema de salud pública de primer nivel”, sostiene la experta, aunque matiza que los resultados obtenidos en EE UU no son directamente trasladables a España: “Allí es más frecuente que mucha gente consuma comida rápida a diario, mientras que en España podemos encontrar frecuencias de dos a tres veces a la semana”. No obstante, sí cree que habría que tener esos datos en cuenta, sobre todo porque es la población joven y la más vulnerable socioeconómicamente la que suele acceder con más asiduidad a este tipo de alimentos, por su bajo coste. “Cada vez nos encontramos enfermedad hepática en grupos de población más jóvenes”, añade Aller, que también es vicesecretaria de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH).

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