Matilda Joslyn Gage, la sufragista pionera que dio nombre al «Efecto Matilda»

Habiendo heredado una formación activista e inconformista, esta sufragista estadounidense dedicó su vida a combatir las injusticias. Se implicó en causas como el abolicionismo o la defensa de los pueblos nativos norteamericanos, pero destacó especialmente en la lucha sufragista y por la emancipación de las mujeres.

Quizás una de las claves del destino de la futura sufragista Matilda Joslyn Gage fue el ejemplo que recibió de su padre, un obstinado abolicionista que dedicaba gran parte de sus esfuerzos a la lucha contra esta terrible injusticia de su época. Con un modelo así, de pequeña Matilda creció en una casa sin hermanos y pronto empezó a dedicarse también a combatir las injusticias.

Pero Matilda Joslyn Gage no solo participó de forma determinante en el sufragismo estadounidense, sino que también se implicó de forma activa en la cruzada abolicionista. Además, del mismo modo que hizo su padre, denunció el abuso y la violencia sexual contra mujeres y niños por parte de la iglesia y apoyó las reinvindicaciones de los nativos americanos, a quienes veía como una sociedad superior a la suya. Y todo antes de que terminase el siglo XIX.

El compromiso con las causas de derechos y libertades sociales que había aprendido en su infancia y juventud acercaron a Joslyn Gage al movimiento sufragista de los Estados Unidos. Éste se encontraba en plena efervescencia tras el primer encuentro de Seneca Falls en 1848 al que Matilda no pudo asistir. Sin embargo, sí acudió al tercer encuentro de la Convención por los Derechos de las Mujeres en 1852, donde se reveló como una excelente oradora y escritora y confirmó sus habilidades de liderazgo.

A pesar de no ser tan conocida como sus colegas, Joslyn Gage fundó junto con Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton -representadas por una escultura en Central Park- la Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer (NWSA, por sus siglas en inglés). Actuó como su presidenta durante un año y desempeñó otros cargos de responsabilidad durante los siguientes 20, entre ellos liderando la dirección y edición del periódico oficial de la organización, El Ciudadano Nacional.

 

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

La década de 1870 fue un periodo en el que Joslyn Gage llevó sus teorías a la práctica.En 1871, formó parte de un grupo de diez mujeres que intentaron votar a pesar de que el sufragio todavía no estaba contemplado por las leyes estadounidenses. El año siguiente, Susan B. Anthony consiguió emitir su voto, por lo que fue arrestada y juzgada, proceso en el que recibió el apoyo de su compañera Matilda, entre otras. Juntas trabajaron codo con codo también con Elisabeth Stanton para escribir los primeros volúmenes de La historia del sufragio femenino (1881-1887).

 

Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony, dos reconocidas sufragistas estadounidenses, fueron firmantes de la Declaración de Seneca Falls en 1848 y compañeras, hasta la escisión de la Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer, de Matilda Joslyn Gage en parte de la andadura sufragista.

 

DOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y ya entrada la década de 1880, Joslyn Gage empezó a sentirse decepcionada con las continuas negativas contra las que topaban las sufragistas. Además, el movimiento se desvió hacia una deriva más conservadora, liderada precisamente por Susan B. Anthony. Desde este ala más conservadora se afirmaba que la mujer debía conseguir el voto para que la moral femenina pudiera tener influencia a la hora de aprobar las leyes, mientras que el ala progresista de Matilda J. Gage veía la consecución del voto como un derecho natural.

El movimiento sufragista se escindió y Matilda Joslyn Gage se convirtió en la líder de la rama progresista.

Para empezar un nuevo camino por separado, Matilda fundó la Unión Liberal Nacional de Mujeres (WNLU). En ella se reflejaba el pensamiento de su creadora quien, a pesar de ser profundamente religiosa, consideraba que la iglesia cristiana era un potente altavoz de la expansión del supremacismo masculino. En su libro Mujer, iglesia y estado (1893) dejó claras sus teorías al respecto.

Este gravado en madera muestra la celebración de una sesión de la Asociación Nacional Pro Sufragio de la Mujer en Chicago en 1880. Esta entidad fue liderada por Susan B. Anthony and Elizabeth Cady Stanton.
Este gravado en madera muestra la celebración de una sesión de la Asociación Nacional Pro Sufragio de la Mujer en Chicago en 1880. Esta entidad fue liderada por Susan B. Anthony and Elizabeth Cady Stanton.
Foto: AP images

EL «EFECTO MATILDA» EN LA CIENCIA

Durante muchos años había trabajado para diferentes publicaciones, pero fue en su etapa al frente de El Ciudadano Nacional donde pudo escribir con mayor libertad y extensión sobre asuntos relacionados con el sufragio femenino y con el feminismo en general. Cada número del periódico tenía un espacio reservado para una columna que ponía el foco sobre mujeres históricas de gran importancia, pues Joslyn Gage reivindicó durante toda su carrera el papel protagonista de figuras femeninas olvidadas.

Este es precisamente uno de los motivos por los que Matilda Joslyn Gage es hoy un tema de plena actualidad. Tomando su ejemplo, en 1993 la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter usó su nombre para bautizar algo que ella dio en llamar el “efecto Matilda”. La investigadora había observado como a lo largo de la historia las mujeres recibían sistemáticamente menos reconocimiento por sus trabajos científicos del que objetivamente merecían. Recientemente, la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) ha puesto en marcha la iniciativa #nomorematildas (no más Matildas), en referencia al efecto descrito por la historiadora W. Rossiter para reivindicar los nombres de muchas otras Matildas olvidadas por la ciencia.

Lamentablemente y como muchas de sus compañeras sufragistas que levantaron sus voces ya desde mediados del siglo XIX, Matilda Joslyn Gage no pudo ver sus objetivos cumplidos. Estados Unidos aprobó el voto de las mujeres blancas para las elecciones presidenciales en 1920. Sin embargo, el epitafio que acompaña su tumba en el cementerio de Fayetteville desde 1898 dejó constancia de su leitmotiv vital: “Hay una palabra todavía más dulce que Madre, Hogar o Cielo. Esa palabra es Libertad”.

 

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