El 11 de diciembre de 1987, la UNESCO otorgó un reconocimiento invaluable a Oaxaca de Juárez al declarar su Centro Histórico y la Zona Arqueológica de Monte Albán como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Este hito no solo puso a la entidad en el mapa internacional, sino que también resaltó su extraordinaria contribución al patrimonio cultural y arqueológico de la humanidad.

Un reconocimiento con raíces milenarias

La ciudad de Oaxaca de Juárez, capital del estado homónimo, representa una fusión única de historia, arquitectura colonial y tradiciones vivas que perviven desde tiempos prehispánicos. Su trazo urbano, sus majestuosas construcciones de cantera verde y su diversidad cultural le otorgan un carácter especial. Entre sus monumentos más destacados se encuentran el Templo de Santo Domingo de Guzmán, el Teatro Macedonio Alcalá, la Catedral Metropolitana y una red de calles adoquinadas que cuentan historias en cada rincón.

Por su parte, Monte Albán, fundada alrededor del año 500 a.C. por los zapotecos, es una de las zonas arqueológicas más emblemáticas de México. Ubicada en la cima de una montaña, esta antigua ciudad fue un importante centro político, económico y religioso. Sus terrazas, plazas y templos reflejan la grandeza de una civilización que influyó significativamente en la región de Mesoamérica.

Un legado vivo

La riqueza cultural de Oaxaca no se limita a su pasado; sigue viva en las costumbres y prácticas de sus comunidades indígenas, quienes conservan lenguas, vestimentas, rituales y festividades ancestrales. Estas tradiciones forman parte del intangible que la UNESCO reconoce al designar sitios como Patrimonio de la Humanidad, ya que Oaxaca es un ejemplo de cómo el pasado y el presente coexisten para dar identidad a un pueblo.

El impacto del reconocimiento

Desde 1987, la designación ha impulsado la economía local al posicionar a Oaxaca como un destino turístico de relevancia mundial. Anualmente, miles de visitantes recorren sus calles y zonas arqueológicas, deleitándose con su gastronomía, sus artesanías y la calidez de su gente. Sin embargo, este desarrollo ha traído también desafíos, como la necesidad de preservar los espacios históricos frente al crecimiento urbano y el turismo masivo.

Oaxaca y su influencia en la cultura global

La distinción de la UNESCO ha puesto de relieve la influencia histórica y cultural de Oaxaca, no solo en México sino en el mundo. Sus tradiciones han trascendido fronteras: la Guelaguetza, el Día de Muertos, los textiles indígenas y los sabores únicos de su cocina, como el mole y el mezcal, son ahora símbolos universales de una identidad oaxaqueña que enorgullece a todos los mexicanos.

Compromiso con la preservación

A 37 años de aquel día histórico, el reto sigue siendo mantener vivo este legado. Gobiernos, instituciones y sociedad civil trabajan para garantizar que las generaciones futuras puedan disfrutar de la riqueza de Oaxaca. Esto incluye la restauración de monumentos, la promoción de prácticas sustentables en el turismo y el fortalecimiento de las comunidades locales.

En este aniversario, Oaxaca no solo celebra un reconocimiento internacional, sino también su papel como guardiana de un tesoro invaluable: la herencia cultural que da sentido a nuestra humanidad. Desde los tiempos de Monte Albán hasta el bullicio del zócalo de Oaxaca, este estado sigue siendo un faro de historia, tradición y orgullo para el mundo entero.