Punta Colorada, el paraíso del surf en Oaxaca que deportistas y científicos defienden incansablemente
Surfistas, lugareños y científicos han frenado planes de construcciones hoteleras para defender las olas ideales de Punta Colorada, cerca de Puerto Escondido, pero la contaminación en la zona las sigue amenazando.
Punta Colorada, en el estado mexicano de Oaxaca, es un paraíso del surf reconocido internacionalmente. Sin embargo, sus olas peligran. Para conservar la forma en que rompen y la pureza del agua, surfistas, activistas y científicos han encontrado que es necesario tomar un camino que pasa por defender el ecosistema completo del lugar. Más de una vez han logrado detener planes para construir complejos turísticos, pero la contaminación causada por una planta de tratamiento de aguas residuales sigue amenazando el deporte, la naturaleza, y el estilo de vida de la zona.
Los surfistas saben que en todo el mundo hay oleajes con características particulares que se han extinguido y otros en peligro de desvanecerse debido al desarrollo costero sin planeación, la contaminación y la erosión. En la costa de Oaxaca los surfistas observan con atención: son centinelas de estos cambios marinos y advierten a toda una comunidad sobre su cuidado. Al sur del Pacífico mexicano, la lucha que empezó para cuidar una ola continúa en pie y se ha convertido en la búsqueda por defender todo un ecosistema: Punta Colorada, un pulmón verde y “lo último que no se ha tocado de Puerto Escondido”, como dice la surfista local Roxel Pérez.
A Puerto Escondido llegan muchos surfistas porque ahí rompe una ola icónica a nivel mundial, la enorme Mexican Pipeline de Zicatela. Esta costa, con menos de 50 años en el mapa turístico de México, se transformó de golpe durante la pandemia. La gentrificación agotó el paisaje y desplazó los hostales y chiringuitos (pequeños establecimientos a pie de playa) para dar lugar a nuevos restaurantes y edificaciones pensadas para Airbnb. Se priorizaron los deseos de los turistas sobre las necesidades de la población, dejando los servicios públicos al borde del colapso.
A siete kilómetros del centro de Puerto Escondido y a dos de su Aeropuerto Internacional, se encuentra Punta Colorada, en el municipio de San Pedro Mixtepec. Es el último refugio de selva baja caducifolia en la región. Su orilla, acariciada por una ola perfecta para hacer bodyboard (una variante del surf), se ha ganado el nombre de Boggielandia. Pero en los últimos 13 años, este parque de diversiones natural se ha convertido en un campo de batalla. Mientras el gobierno estatal ansía transformarlo en un imán turístico, los porteños quieren preservar su valor ecológico: olas, laguna, dunas, mangles, tortugas marinas, aves, murciélagos, cocodrilos y un yacimiento de fósiles.
En 2023, el gobierno estatal presentó un ambicioso proyecto turístico en 111 hectáreas de Punta Colorada. Bajo la administración de Salomón Jara, se apoyó el proyecto de hacer hacer una dársena (una extensión artificial de arena y rocas que se adentra en el mar a modo de muelle), un centro comercial, una zona residencial, un mirador, un hotel de paso y cuatro hoteles todo incluido sobre la selva. La población respondió con un amparo colectivo que, a principios de 2024, resultó en la prohibición de cualquier construcción en el área.
A pesar de esta medida, la conservación del lugar no está garantizada. Colorada es una playa de belleza silvestre con una sola construcción: una planta de tratamiento de aguas residuales. Las aguas sucias de los sitios turísticos desbordados llegan hasta allí, aumentando la contaminación debido a la deficiente operación de la planta. Esta situación compromete el futuro de Colorada.
La ola que empezó todo
En el pasado, se hizo mucho por cuidar este lugar. En 2011, el surfista Chuy Silva le confió a la porteña Almendra Gomezleyva su mayor temor: que el gobierno estatal destruyera la ola de Colorada. Aunque a las zonas de rompientes llegan muchas olas, los surfistas suelen nombrarlas en singular, las reconocen como entidades vivas con características particulares y toman el nombre de cada lugar.
Chuy estaba preocupado porque el gobierno pretendía dragar la laguna La Salinita, detrás de la playa, y levantar una dársena en el arrecife sobre el que rompe la ola. Esos planes evocaban heridas recientes en Oaxaca. Ese año, el pueblo de Cerro Hermoso, a una hora de Colorada, vio como la instalación de un espigón secó su la playa. Y, desde finales de 1990, una escollera construida sobre la bahía principal altera el flujo de la arena, amplía la playa de Zicatela y, según los surfistas más experimentados, acorta la lengua de agua de la ola más famosa de Oaxaca. Ahora, dicen, revienta más cerca de la orilla, es más potente y peligrosa.
En 2011, Almendra y otros jóvenes crearon una página de Facebook llamada “No a la dársena de Punta Colorada” para reunir a la población interesada. Pensaron que llegarían solo surfistas pero se sumaron defensores de humedales, pescadores de ostiones, protectores de tortugas y científicos. Su protesta tuvo éxito y la construcción no se realizó. También limpiaron la playa y coincidieron en que el interés en común era conservar el sitio. Esa fue la semilla de Salvemos Colorada. Gomezleyva, coordinadora del grupo, cuenta que en 2021 la organización se reactivó porque el gobierno de Alejandro Murat anunció su plan para construir una dársena y un puerto de abrigo. La comunidad lo volvió a impedir.
La lucha por Colorada tiene más historia. En la década de 1970, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) eligió cinco playas para desarrollarlas al estilo Acapulco, una playa famosa y éxito turístico de México. Esas cinco playas fueron Cancún, Puerto Vallarta, Ixtapan Zihuatanejo, Los Cabos y Puerto Escondido. Fonatur expropió 1,309 hectáreas de Santa María Colotepec y San Pedro Mixtepec (que conforman Puerto Escondido) y se construyó el aeropuerto. Sin lograr expropiar Zicatela, parte crucial del plan, Fonatur eliminó a Puerto Escondido de su lista y añadió a Huatulco. Según el decreto de expropiación de Colorada, si el lugar no se desarrollaba en cinco años, las tierras serían devueltas a los comuneros en un fideicomiso, pero esto nunca ocurrió. Actualmente, asegura la porteña, los comuneros mantienen un juicio para recuperar sus tierras con la intención de convertir el lugar en una reserva ecológica.
Una planta de tratamiento en un pulmón verde
A finales de 2023, el surfista zapoteco Humberto nadó 12 horas para exigir el saneamiento de Puerto Escondido, la protección de Punta Colorada y la remoción del muelle en la bahía principal; este último, asegura, afectó la ola de Zicatela que él ha surcando por más de 30 años.
Beto, como lo conocen en Puerto, se describe como un hombre de mar y de montaña. “Corro olas, soy coleccionista de flores y doy clases de surf”. Sus abuelos estuvieron entre los primeros exploradores de la montaña oaxaqueña que buscaron en la costa un sitio para cultivar. Entre sus varios tatuajes, Beto lleva en los brazos escamas de serpientes en honor a sus ancestros que llegaron de Coatlán, pueblo frío clavado entre el valle de Oaxaca, la costa y la Sierra Madre sur. En náhuatl es “lugar donde abundan las serpientes”.
Meses atrás, frente a la tienda de Humberto, de nombre Colorada, que está sobre la avenida principal de Zicatela, el cárcamo tuvo una fuga de aguas negras. Comenzó pequeña, pero en cuestión de días se expandió más de 100 metros sobre la calle. “Yo estaba apático, indiferente”, recuerda el surfista. Esperaba que alguien tomara cartas en el asunto, pero no sucedió. Este año, según la Cofepris, tres sitios de Puerto Escondido estuvieron entre las 18 playas que excedieron los niveles permitidos de enterococos (bacterias), según los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Eran una amenaza para la salud pública. Un día, Beto llevó a su hijo pequeño a la playa, y al brincar el charco negro, vio con claridad que la situación era injusta. Tomó un video de la mugre corriendo por la arena y lo subió a redes sociales, “vino la Comisión Estatal de Agua a ponerle un curita”. Al poco tiempo, otro derrame, luego otro y otro. “Una chacota que olía horrible”. Hizo circular esas escenas en redes sociales.
Según datos de la ONU, en 2020, el 44% de las aguas residuales domésticas generadas en el mundo se vertieron sin ser tratadas de forma segura. Mientras que solo el 11 % de las residuales de tipo doméstico e industrial se recicló. En México, la tendencia es similar. Cada año se generan más de 7,200 millones de metros cúbicos de aguas residuales, pero menos de la mitad son tratadas. Que haya más personas en las costas impone el reto de tratar más aguas cerca de ecosistemas frágiles.
En Puerto Escondido la mala gestión de residuos quedó al descubierto en la pandemia, cuando el turismo repuntó, pero la infraestructura no, explica Almendra Gomezleyva. A los surfistas de todo el mundo se sumó una ola de nómadas digitales e influencers. México fue uno de los países que no cerró sus fronteras durante la pandemia. La rápida gentrificación, dice, desplazó a las familias de sus colonias, elevó el precio de las rentas y de la vida en general. “No fue su intención, pero es lo que pasó. Antes, la gente que se mudaba venía enamorada de la vida de Puerto, venían a volverse porteños. Lo que pasó en la pandemia es que la gente solo quería tener un lugar donde trabajar al lado de la playa, pero quería seguir teniendo su vida y las comodidades que tienen en sus ciudades”.
La situación ya provocó desbordes de aguas sucias en Punta Colorada. En una ocasión, los pobladores documentaron que la barra de arena se rompió y las aguas negras que salen de la planta a la laguna La Salinita se rebosaron sobre al mar. “Parecía derrame de petróleo”, dice Beto. La imagen era cruel e incluía cocodrilos cruzando charcas negras. Salvemos Colorada tiene una prueba pericial que demuestra que la laguna se ha contaminado con las operaciones de la planta.
Desde hace una década, Humberto pelea por la salud ambiental de Puerto Escondido. Ha documentado en video fugas de aguas negras, quemas en el basurero, desechos sobre las playas, turistas cruzando con sus vehículos sobre las dunas costeras y talas de árboles. Denunciaba los daños, pero todo siguió igual, la situación le robó el sueño. Una de esas noches en vela tomó la decisión de nadar 12 horas a modo de protesta. Convocó a sus amigos un miércoles; por la madrugada. Humberto untó su cuerpo con zinc, puso vaselina en su nariz y aunque se sentía enfermo del estómago, entró al mar. Se obligó a no poner atención a sus pensamientos, dejarlos pasar. Su recuerdo favorito de ese día es el apoyo que le dio la población porteña. Días después, se reunieron firmas suficientes para presentar la demanda que evitaría construcciones en Punta Colorada, algo que coordinó la coalición Salvemos Puerto, conformada por las organizaciones Salvemos Colorada, Costa Unida y SOS Puerto.
La cobertura del drenaje sanitario en Puerto Escondido es del 48%. Almendra explica que la mayoría de las personas tienen fosas sépticas para contener las aguas sucias y, al llenarse, las pipas pasan a descargarlas. No muy lejos de su casa, una pipa de nombre burlón “Oasis” da servicio entre los negocios de la Punta Zicatela. Ahí es común escuchar las bombas de las pipas frente a hoteles y negocios una noche tras otra, a veces durante el día. A la planta de Colorada, única gran construcción en la selva, llegan más litros de los que puede procesar.
Incluso los inicios de la planta fueron irregulares. Comenzó a funcionar sin permisos de descarga de aguas residuales por parte de CONAGUA, es decir, sin probar que podía limpiar el agua con los estándares suficientes para desecharlos sin riesgo al medio ambiente. Por este motivo, en 2006 hubo una denuncia ciudadana que llevó al gobierno a aceptar la inadecuada situación de la planta y sus olores fétidos. Pero el problema persistió. Años después, las aguas provenientes de la planta incumplieron con los límites máximos permisibles de contaminantes en las descargas en aguas y bienes nacionales. En 2022, un laboratorio aprobado por CONAGUA concluyó que en la laguna las descargas rebasaban los límites permitidos de aceites, coliformes fecales y nitrógeno total kjeldhal, entre otros.
Las aguas residuales agregan nitrógeno al mar que crea proliferaciones tóxicas de algas y crea zonas con poco oxígeno. Un estudio que mapeo 135,000 cuencas hidrográficas en todo el planeta reportó niveles de nitrógeno particularmente altos para América del Sur y África, e indicó que el 58% de los corales y el 88% de los lechos de pastos marinos están expuestos al problema.
En lo que toca a la salud humana, debido a que estas aguas contienen bacterias, virus y parásitos, causan enfermedades como gastroenteritis, hepatitis, cólera y fiebre tifoidea. Las aguas sucias también pueden contener residuos industriales, farmacéuticos y pesticidas. Un saneamiento deficiente empeora el panorama de resistencia a los antimicrobianos.
Por otra parte, las tortugas marinas y otras especies vulnerables a la calidad del agua pueden enfermar o dejar de visitar las playas contaminadas.
“Si no hay olas no se puede surfear, pero si hay olas y el agua está sucia, tampoco podemos”, comenta el oceanógrafo y surfista Enric Pallàs. Entre los riesgos, destaca la posibilidad de contraer hepatitis y E. Coli. algo que, por cierto, ya experimentaron los surfistas de Imperial Beach, afectados por las aguas contaminadas que llegan desde el río Tijuana. “Estos temas no reconocen fronteras, se requiere una gestión integral del océano”.
En Colorada hay un amparo que aborda el problema de aguas residuales y, aunque obtuvieron una sentencia a favor en 2022, esta se encuentra en revisión porque la resolución no obliga a las autoridades a reparar el daño ambiental. Además, el problema podría empeorar. Este año se inauguró la carretera Oaxaca-Puerto Escondido. En siete días llegaron 41 mil 988 turistas. Debido al desborde, el gobierno anunció un gasto de 20 millones para las plantas de tratamiento. Es poco, pues “antes decían necesitar 200 millones para el funcionamiento al 100% de las plantas que existen e invertir 200 millones para ampliar la infraestructura y satisfacer las necesidades de Puerto”, aclara Gomezleyva.
Incorporar la conservación al deporte
El grupo Salvemos Colorada tiene la intención de que esta playa se preserve como reserva natural, parque ecológico o sitio Ramsar. Bajo esta última opción, la laguna tendría protección bajo estándares internacionales. Para lograrlo, tienen el apoyo de la organización Save the Waves Colision, dedicada a desarrollar estrategias para la protección de ecosistemas donde hay zonas de rompientes usando los marcos legales de cada país. Su protección se enfoca en ecosistemas de surf, definidos como los sitios donde interactúan los componentes físicos que hacen que una ola rompa para que la experiencia del surf ocurra, así como los elementos sociales, culturales y económicos asociados.
El valor de este deporte en la vida de las comunidades costeñas es difícil de cuantificar, pero se ha intentado medir el aporte de las olas a las economías locales mediante estudios de “Surfonomics». En 2013, Ralph Pace realizó uno para Punta Colorada. Estimó ingresos de 7,400 millones de dólares con 2,000 surfistas, proyectando que en 2018 llegaría a 111,148 millones. Salvemos Colorada planea actualizar este estudio.
Mara Arroyo, responsable de la Red de Áreas Protegidas de Surf en la organización Save the Waves, señala que para cada proyecto de conservación necesitan delimitar áreas donde sea posible regular elementos. “El mar está conectado hasta las montañas, pero es imposible tener esa lupa tan grande”. Entonces se hace necesario identificar cómo coexisten las comunidades con cada rompiente, así como reconocer las contribuciones y fragilidades ecológicas de cada sitio.
Save the Waves busca que el surf sea un impulso para la conservación y que brinde sostenibilidad financiera a las áreas protegidas. Esto no luce tan extraño cuando se considera lo que un estudio publicado en 2021 detectó: que el 92% de los surfistas están dispuestos a pagar más por un turismo sostenible.
En Oaxaca, esperan apuntalar una política pública para proteger de forma directa todas la zonas de rompientes con una Red de Áreas Protegidas de surf. Esto porque Colorada y Zicatela no son las únicas olas en riesgo en esa región: también está el caso de Punta Conejo, donde preocupa la instalación de un puerto sobre la laguna para construir el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, lo que podría afectar las olas y las actividades pesqueras, agrícolas y de extracción de sal. En este sitio y en Colorada, detalla Arroyo, está pendiente completar los expedientes técnicos justificativos para la creación de ambas área naturales protegidas. Quizá, en un futuro cercano, la protección legal de las olas en México pueda acercarse a los ejemplos de Perú y Chile, donde existen leyes de rompientes para proteger a las olas de la extinción.
Boggielandia, un sitio como pocos
Los surfistas comparten anécdotas de olas perdidas o maltratadas en todo el mundo. En España, un campeonato fue cancelado cuando Mundaka, una de las olas más famosas del mundo, desapareció en 2004 debido a un dragado de ríos que destruyó el banco de arena donde rompía la ola. Tres años después, el gobierno revirtió el daño al entender que la economía local dependía del surf. México tiene sus propios ejemplos. En el norte de Baja California rompía la ola de Harrys. Su ubicación fue un secreto guardado con recelo. En 2005, la ola surfeable se extinguió cuando Sempra construyó una terminal de gas licuado que sepultó la zona de rompientes en cuestión de días.
En Colorada, aún ruge la ola que la bodyboarder Roxel Pérez ha surcado durante años, pero en este litoral asecha el fantasma de lo que se ha llevado la gentrificación. En pocos años las playas de Puerto Escondido se llenaron, las rentas se dispararon, dejando atrás lo que Roxel conoció como un sitio lleno de matorrales y huizaches, sin sombras ni negocios, “lleno de rumores sobre la fuerza del mar”. Por momentos, Roxel también habla del pasado de Colorada, «no había nada, pero encontrabas mucha paz”. El sitio es un paraíso que aún recibe pocas visitas en comparación con otras zonas de Puerto, pero entre su vegetación hay desechos plásticos de todo tipo.
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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.