El diputado federal, Ismael Brito Mazariegos, presentó un exhorto en el que solicita al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) que emita la declaración de protección de la denominación de origen o indicación geográfica de la Tlayuda, a favor del municipio de San Antonio de la Cal, Oaxaca.
En su punto de acuerdo instó al IMPI a iniciar los estudios y trámites necesarios para emitir esta declaratoria.
Brito Mazariegos explicó que la tlayuda es una enorme tortilla de maíz, de aproximadamente unos 30 centímetros de diámetro, la cual se dora sobre un camal y se le colocan diversos ingredientes que elevan los sentidos.
Tradicionalmente, la tlayuda es esa tortilla enorme, de aproximadamente unos 30 centímetros de diámetro, casi tostada, cubierta de frijoles negros, tasajo o carne seca enchilada, chorizo, quesillo, cecina y aguacate. Pero puedes encontrar propuestas con chapulines y escamoles, hasta mariscos”.
Su origen, aseguró, está en el municipio de San Antonio de la Cal con raíces zapotecas y su producción es realizada por mujeres rurales, quienes son las encargadas de preparar las tlayudas y llevarlas a la ciudad para venderlas.
“La palabra Tlayuda proviene del náhuatl «Tiaolli» que significa maíz desgranado, curado y seco, seguido del sufijo «-udo, da» que indica abundancia, gran tamaño, o bien intensidad de lo significado por la raíz. Oaxaca es el estado que ha dado a México la Tlayuda, siendo producidas principalmente por comunidades indígenas zapotecas”.
En San Antonio de la Cal, mencionó, las mujeres realizan desde las labores del campo, como la siembra y el cuidado de la milpa, hasta el proceso de desgranado del maíz, así como su nixtamalización. Anteriormente la molienda del maíz se hacía a mano, en metate de piedra, aun cuando ahora se realiza en un molino eléctrico.
“Prácticamente todas las mujeres se dedican a este oficio, por lo que se considera a la comunidad como la cuna de esta tortilla, ahora vuelto manjar nacional”.
Finalmente, apuntó que las tlayudas son parte de la Cocina tradicional mexicana, por lo que se encuentran inscritas desde 2010 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco).