Los niños tienen un cerebro plástico que nos permite logros, si percibimos alguna deficiencia, lo importante es ir a la intervención, informarnos sobre qué más podemos hacer en casa para estimular el desarrollo, de la mano de una buena terapia del lenguaje para que podamos ayudar a nuestros hijos.
La pandemia de Covid-19 tuvo un efecto en el desarrollo de todos los niños, pero cada caso depende de factores individuales, como la edad que tenían cuando dio inicio la pandemia, las restricciones, las circunstancias familiares que se vivieron y el acceso que tuvieron a diferentes situaciones que pudieran haber estimulado su desarrollo.
Hoy esto se ha convertido en una preocupación recurrente de los padres de familia, por ello Mariana González, terapeuta de audición, lenguaje, aprendizaje, y directora de ALETA Terapia, nos platica al respecto.
“Uno de los puntos más relevantes para los menores, fue el haber reducido las interacciones sociales con otras personas por el distanciamiento físico al cerrar las escuelas, esto tuvo sin duda un impacto específicamente con lo que es la comunicación entre pares y otros adultos. Esa interacción que nosotros tenemos, es fundamental para el desarrollo del lenguaje de los niños”.
Al tener estas restricciones de distanciamiento físico y no salir de casa, se redujo la cantidad de experiencias que tenemos y por lo tanto, es menor la exposición a una variedad más amplia de vocabulario, al encontrarnos solo en la rutina de casa, aprendemos este tipo de palabras, pero no tenemos otros contextos lingüísticos que nos puedan apoyar a expandir el lenguaje en los niños.
Explica que tenemos hoy infantes con un acervo de palabras muy básicas o incluso no lo tienen, esto es un problema más profundo. Pero también aumentó el uso de las pantallas, estas situaciones para niños pequeños reducen todavía más la interacción con las personas afectando el desarrollo del lenguaje. De la mano, si había situaciones fuertes para la familia, con familiares enfermos o carencias, había estrés y ansiedad, por lo que los padres tampoco se encontraban en condiciones óptimas para brindar situaciones de aprendizaje o estimulación.
Por último, el uso de cubrebocas, aunque sabíamos que había una prioridad como punto de supervivencia, el uso de ellos no permitía al niño de manera natural el poder ver nuestras facciones, emociones, y cómo nosotros gesticulamos al hablar. Esto afecta porque le estamos quitando una forma de información de cómo se adquiere el lenguaje de forma natural.
¿Qué hacemos ahora?
Una vez que ya transcurrió este periodo donde a los niños se les restó este tipo de experiencias y situaciones que enriquecieran su desarrollo, necesitamos primero conocer qué es lo esperado en la etapa de mi hijo. Si mi hijo tiene dos años, tres años, saber sobre sus esferas de desarrollo, el lenguaje, lo emocional, en el área cognitiva, de tareas y autogestión; luego compararlo con el desarrollo actual.
“Este es un ejercicio que van a hacer los padres, no para generar estrés, sino para conocer el punto donde nos encontramos”, refirió la especialista. Ya con esta información podemos empezar a trabajar con metas básicas, como aumentar la cantidad de vocabulario que utilizamos, brindar experiencias como ir al parque, conocer los juegos, enseñarles a utilizarlos y describirles con el lenguaje lo que él está haciendo o lo que yo hago. Podemos cantar canciones, leer cuentos, documentales para niños, todo esto para que tenga una exposición mayor a diferentes experiencias de aprendizaje.
La especialista comparte que lo que también sucedió en la pandemia son dos efectos: Una vez que terminó la pandemia, los padres fueron más conscientes de que sus hijos habían tenido un desfase e impacto en su desarrollo, pero también hubo un sobrediagnóstico de otras patologías.
Para que los padres tengan claridad sobre las dificultades de los pequeños y sepan diferenciar entre una dificultad de neurodesarrollo, un trastorno del lenguaje, o simplemente está presentando un desfase de experiencias, es importante que conozcamos sobre desarrollo y nos acerquemos a un profesional para una valoración adecuada.
Explica que es frecuente que los padres que empiezan a realizar la estimulación sea a través de la frustración, por ello, es importante entender nuestras emociones como adultos para que podamos hacerlo desde una emoción tranquila que nos permite ir trabajando poco a poco las metas y comprender que todo lo que sucede en el desarrollo de un niño puede ir impactando en él, “hay que tomar en cuenta todo lo que vivieron y las experiencias que no, para ir trabajando por objetivos”.
Recordó ir trabajando de manera amigable y siempre a través del juego, con aprendizajes positivos, pues estos van a ser más duraderos que si es a través de la frustración o el enojo. Los padres en casa pueden estimular el lenguaje describiendo lo que ellos hacen y lo que hace el pequeño, esta estrategia se llama habla paralela y lo que hace es reducir el estrés del niño de tener que dar respuestas, pero mientras recibe una retroalimentación auditiva que le permite aumentar ese vocabulario y conocer mayores expresiones, frases u oraciones.