Los nuevos reyes de Inglaterra empezaron la procesión desde el Palacio de Buckingham, montados en la carroza ‘Diamond Jubilee’, la cual había sido utilizada anteriormente para la celebración de los 80 años de Isabel II.
Bajo la lluvia típica de la escena londinense, recorrieron el corazón de la ciudad hasta llegar a la Abadía de Westminster, en la que dieron inicio a la consagración. Con el grito de «God save the King» («Dios salve al Rey») y el posterior juramento a la Ley y a la Iglesia británica, Carlos III se presentó ante los asistentes como el legítimo rey de Inglaterra. Seguidamente, el monarca tomó asiento en la Silla de la Coronación -también llamada Silla de San Eduardo, construida en el año 1300- y fue ungido con aceite por el Arzobispo de Canterbury, tal y como dicta la tradición.
Tras este ritual, se dio paso a la parte más simbólica de la ceremonia: la recepción de cetros, anillos y espadas por parte de Carlos III y, por supuesto, la colocación de la Corona de San Eduardo sobre su cabeza.
Además, si bien esta coronación se mantuvo fiel a la tradición, el rey Carlos añadió un nuevo elemento: el Homenaje del Pueblo, el cual llama a los británicos a jurar lealtad -desde sus casas- al monarca y a sus herederos.
La coronación de Camila fue el último paso de la consagración, justo antes de que la pareja de reyes realizase su segunda procesión de vuelta a Buckingham. Y una vez allí, saludaron a la multitud desde el balcón del palacio.
Tras presenciar el desfile aéreo y el obligatorio God Save the King, el rey Carlos III ha vuelto a entrar en el palacio de Buckingham, no sin antes dedicar una sonrisa y un saludo efusivo a los congregados para despedirse. El resto de la familia real lo ha hecho antes que él.
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Saludo en el balcón (sin el príncipe Harry)
Carlos III y Camilla están ahora mismo saludando desde el balcón de Buckingham Palace, por primera vez como reyes coronados, a la muchedumbre que se ha congregado para agasajarles y que les ha recibido con vítores. Detrás de ellos se han colocado los pajes reales, el príncipe George entre ellos, y luego han ido apareciendo los príncipes de Gales y el resto de miembros en activo de la familia real, como las princesa Ana y el príncipe Eduardo. Han faltado por tanto el príncipe Harry y el príncipe Andrés, que no son miembros en activo.
El papel de Harry durante la ceremonia
El príncipe Harry, que en teoría iba a tomar una avión de vuelta a California nada más acabar la coronación para llegar a tiempo al cumpleaños de su hijo, le ha tocado vivir un papel secundario durante la ceremonia.
A Harry lo han sentado en tercera fila, entre Jack Brooksbank, marido de Eugenia de York y gerente de un bar sin ningún tipo de aspiración dinástica o nobleza natal, y la princesa Alexandra de Kent, la honorable lady Ogilvy. O, lo que es lo mismo, la prima de 86 años de la desaparecida reina Isabel, y 56ª en la línea de sucesión.
El príncipe Louis pone la espontaneidad durante la coronación
En la coronación de Carlos III no podían faltar las muecas (y bostezos) del pequeño príncipe Louis. El tercer hijo de los príncipes de Gales, siempre al lado de su hermana Charlotte, empezó a bostezar incluso minutos antes de entrar en la abadía de Westminster y, ya sentado en primera fila junto a sus padres Kate y Guillermo, decidió que era mucho más interesante mirar a su alrededor que estar atento a la ceremonia.
El menor de los príncipes de Gales protagonizó gracias a su espontaneidad varias imágenes en las celebraciones por el Jubileo de Platino de Isabel II. Y hoy, en la coronación de su abuelo Carlos III, en la que vistió un elegante y formal traje azul marino hecho a medida por los sastres de Savile Row Dege and Skinner, tampoco dejó de hacer muecas. Dentro de la iglesia, el pequeño Louis solía mirar a su alrededor y fijarse en el techo de la imponente abadía más que seguir la ceremonia.
Celebración del ejército
Así han sido las salvas de cañón de las fuerzas armadas británicas en el momento exacto en el que Carlos III ha sido coronado. Y justo en este instante, el monarca está recibiendo el saludo real por parte de los miembros del ejército que se encuentran en los jardines de Buckingham.