La película «Tiburón», basada en la exitosa novela de Peter Benchley del mismo nombre, tuvo un efecto desastroso en cómo la gente ve a los tiburones.

Peter Benchley pudo haber tenido un trágico e irónico final un soleado día en Australia en 1974. 

Después del extraordinario éxito de su novela «Tiburón», publicada ese mismo año, el escritor estadounidense estaba participando en un documental de TV sobre tiburones.

Durante una secuencia de buceo dentro de una jaula protectora, un gran tiburón blanco casi mata a Benchley -por accidente-.

«Peter estaba dentro de la jaula y la tripulación del barco había arrojado carne de caballo al agua para atraer a los tiburones», cuenta la viuda de Benchely, Wendy.

«Un hermoso tiburón blanco llegó a comer un bocado, pero no dio con la carne sino que mordió la cuerda que sostenía la jaula y se le quedó atascada en la boca».

«Mientras que la filmación continuaba, la jaula se volteaba de arriba a abajo, de acá para allá. Agarré la cuerda y la tiré para liberarla de los dientes del tiburón».

«Creo que salvé la vida de Peter ese día», añade con una risa. 

Los Benchley durante un viaje de buceo en los 1970
Pie de foto, Peter y Wendy Benchley se convirtieron en activistas apasionados en defensa de los tiburones.

Wendy, que es una conservacionista del océano y activista medioambiental, dice que el tiburón pasó la siguiente media hora nadando desinteresadamente alrededor.

Fenómeno cultural 

La novela de Benchley vendió aproximadamente 20 millones de ejemplares en todo el mundo, pero la película del mismo nombre, lanzada internacionalmente en 1975, fue la primera producción en alcanzar US$100 millones en la taquilla.

Dirigida por el entonces joven Steve Spielberg, con un libreto con la coautoría de Benchley, «Tiburón» sigue siendo una de las películas más taquilleras de todos los tiempos.

Pero ese éxito llegó a causarle un remordimiento de conciencia a Benchley hasta su muerte en 2006.

«Sabiendo lo que ahora sé, nunca podría escribir ese libro hoy en día», declaró el autor en una entrevista para promover una edición conmemorativa de «Tiburón» en 2005.

Su relato de un gran tiburón blanco asesino que aterroriza la ficticia localidad costera de Amity Island en EE.UU. tuvo un profundo efecto en la reputación del animal -y serias consecuencias-.

Es posible que los veamos como depredadores peligrosos, pero en realidad son los tiburones los que tienen mucho más qué temer de la actividad humana. Una combinación de intensa pesca comercial, caza de trofeo y cambio climático amenaza a sus poblaciones en todo el mundo.

La supervivencia de los tiburones se está volviendo cada vez más precaria.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), una ONG, indica que en la actualidad unas 80 de 480 especies de tiburón están clasificadas como «amenazadas», incluyendo la gran blanca, tan vilipendiada en la película «Tiburón». 

En julio de este año, una red de biólogos marinos de todo el mundo publicó los resultados de un estudio de cinco años que mostró que los tiburones estaban «funcionalmente extintos» en un 20% de los arrecifes coralinos del mundo, que son ecosistemas marinos cruciales.

Los tiburones juegan un papel importante en la vida marina como depredadores al mantener a las especies inferiores dentro de la cadena alimenticia, algo que los Benchley sabían bien.

«Peter y yo aprendimos mucho sobre los tiburones y también tuvimos la oportunidad durante todos estos años de hablar sobre su importancia para el océano», expresa Wendy Benchley.

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