Introducción

La “parálisis del sueño” es un fenómeno en el cual la persona, ya consciente al despertar o al quedarse dormida, no puede ni moverse ni hablar durante breves segundos o minutos. A menudo, quienes lo experimentan perciben presencias terribles: figuras, demonios, presión en el pecho o voces perturbadoras. Este miedo se intensifica cuando aparecen las llamadas “alucinaciones hipnagógicas” (al inicio del sueño) o “hipnopómpicas” (al salir del sueño).

La ciencia detrás del demonio

Origen neurológico Durante el sueño REM (fase de movimientos oculares rápidos), el cerebro bloquea los impulsos motores para evitar actuar los sueños. Si la conciencia despierta antes de que se desbloqueen los músculos, queda atrapada en un cuerpo inmóvil, mientras el cerebro puede seguir generando imágenes de sueño.

Alucinaciones aterradoras La mezcla de conciencia y sueño genera alucinaciones visuales, táctiles o auditivas, como la sensación de un “ser maligno” en la habitación o presión en el pecho  . Ilusiones como ver sombras o percibir un monstruo realzan el terror  . Factores desencadenantes Privación de sueño, estrés o ansiedad. Dormir boca arriba, apnea del sueño o cambios de turno. Trastornos como narcolepsia también aumentan su frecuencia.

El demonio en la cultura

El fenómeno ha sido interpretado como ataques de súcubos o íncubos durante siglos  . En diferentes culturas aparece como “mare” (Leyendas nórdicas), “batíbad” en Filipinas, jinn en Egipto, y “muertos” en México. Creencias culturales pueden intensificar la experiencia y su frecuencia al generar mayor miedo anticipado.

¿Cómo sobrellevarlo?

Reconocer que se trata de una alucinación sin peligro real. Hacer movimientos sutiles como dedos o pestañear para salir de la parálisis. Mejorar hábitos de sueño: horarios regulares, evitar la posición supina, reducir estrés y desconectar pantallas antes de dormir. Consultar a un especialista si los episodios son frecuentes o muy angustiantes.

Conclusión

El “demonio” de la parálisis del sueño no es una entidad sobrenatural sino el resultado de un desajuste entre el cerebro consciente y el cuerpo inmóvil durante la transición sueño‑vigilia. Aunque las experiencias son reales y aterradoras, todo apunta a explicaciones fisiológicas. Comprenderlo y aplicar buenos hábitos de descanso ayudan a reducir su impacto.