El 20 de marzo de 2025, colectivos de Madres Buscadoras y familiares de personas desaparecidas acudieron al Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, con la esperanza de encontrar pistas sobre sus seres queridos. Sin embargo, al llegar, se encontraron con que el lugar había sido limpiado y los objetos previamente hallados ya no estaban presentes.

Anteriormente, en este rancho se habían descubierto restos óseos humanos, prendas de vestir, juguetes y una pila de zapatos sin dueño, lo que llevó a su apodo como “el Auschwitz mexicano”. Estos hallazgos apuntaban a su uso por parte del Cártel de Jalisco Nueva Generación como centro de entrenamiento y exterminio.
Durante la visita, las buscadoras expresaron su frustración y dolor al no encontrar las evidencias que podrían haber ayudado en la búsqueda de sus familiares. Una de ellas declaró: “No hay prendas, zapatos, mochilas. No hay nada. Se desaparecieron. No se vale”. Otra madre señaló que la visita fue “una burla” y añadió: “Nos trajeron a ver un circo… Yo no vengo a ver un museo, no vengo a un zoológico, no vengo de ‘party’ y no vengo a divertirme. Yo vengo a ver si encuentro a mi hija”.
Las autoridades locales controlaron el acceso al rancho mediante un fuerte dispositivo de seguridad, dividiendo a los visitantes en grupos y limitando el tiempo de estancia en el lugar. Esta situación incrementó la indignación de los familiares, quienes sienten que no se les está brindando el apoyo necesario en su búsqueda de justicia.
El fiscal general de México, Alejandro Gertz, ha cuestionado a las autoridades de Jalisco por posibles irregularidades en la investigación del rancho, señalando la falta de pruebas concluyentes sobre su uso como centro de exterminio y la necesidad de una investigación más exhaustiva.
Este incidente resalta la desesperación y el desamparo que enfrentan las familias de los más de 124,000 desaparecidos en México, quienes continúan buscando respuestas y justicia en medio de la violencia y la impunidad.