24 de enero de 2025

En un movimiento que refleja las crecientes tensiones diplomáticas entre México y Estados Unidos, el gobierno mexicano denegó el permiso de aterrizaje a un avión militar estadounidense que transportaba migrantes deportados. Este incidente subraya las complejidades en la cooperación migratoria entre ambos países.

Según informes de funcionarios de defensa de EE. UU., el vuelo, operado por un avión C-17 de la Fuerza Aérea, estaba programado para repatriar a migrantes mexicanos. Sin embargo, las autoridades mexicanas negaron el permiso de aterrizaje, lo que impidió la ejecución de la deportación. 

Este suceso se produce en medio de una serie de medidas adoptadas por la administración del presidente Donald Trump para endurecer las políticas migratorias. Desde su regreso al poder, Trump ha declarado una emergencia nacional en la frontera con México, ha desplegado 1,500 militares adicionales para reforzar la seguridad fronteriza y ha iniciado deportaciones masivas de migrantes en situación irregular. 

La relación entre ambos países se ha visto tensionada por amenazas de imponer aranceles del 25% a México como represalia por el flujo migratorio hacia Estados Unidos. Aunque estas medidas aún no se han implementado, han generado fricciones diplomáticas significativas. 

El gobierno de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha expresado su oposición a las acciones unilaterales de Estados Unidos para imponer estándares migratorios restrictivos, incluyendo intentos de reinstaurar la política de “Permanecer en México”, que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se procesan sus casos. 

Este incidente pone de relieve las dificultades que enfrenta Estados Unidos para ejecutar su agenda migratoria sin la colaboración de sus vecinos y plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación bilateral en materia de migración.