‘Un negocio virtuoso’, la serie dirigida por Cho Woong y disponible en Netflix, nos sumerge en el mundo de las contradicciones sociales y morales de la Corea de los años 90. A través de la historia de un grupo de mujeres que desafían los tabúes sexuales y culturales, la serie plantea preguntas sobre el papel de la mujer en una sociedad que aún no ha superado sus límites más conservadores. En el núcleo de esta trama está el concepto de cómo las necesidades económicas y las ambiciones personales pueden colisionar con los valores tradicionales de una comunidad, exponiendo las tensiones invisibles que aún persisten en muchos rincones del mundo actual.
La serie comienza con la historia de Han Jung-sook, una madre y esposa que enfrenta una crisis económica cuando su marido dilapida los ahorros familiares. Obligada a buscar soluciones para el bienestar de su hijo, Jung-sook se embarca en un negocio inesperado y controvertido: la venta de productos para adultos. Esta decisión, que en un principio parece desesperada, desencadena una serie de eventos que desafían tanto sus propios prejuicios como los de su entorno.
Lo que destaca en ‘Un negocio virtuoso’ es la capacidad de Cho Woong para construir una narrativa que se nutre de la opresión social sin caer en exageraciones melodramáticas. La serie avanza con un ritmo pausado, pero firme, permitiendo que los personajes evolucionen de manera orgánica en un contexto marcado por la vigilancia moral y la hipocresía colectiva. La venta de juguetes sexuales en una comunidad tan cerrada como Geumje sirve como un catalizador para revelar las fracturas en la fachada moral de sus habitantes, pero, más allá de lo evidente, la serie se adentra en las complejidades emocionales y psicológicas de sus protagonistas, lo que la convierte en una reflexión sobre la libertad personal y el coste de desafiar las normas establecidas.
Han Jung-sook, interpretada de manera brillante por Kim So-yeon, es una mujer que evoluciona desde la sumisión inicial hacia una independencia desafiante. Su transformación es lenta pero impactante, y lo más fascinante es cómo esta metamorfosis no solo afecta su visión del mundo, sino también la de quienes la rodean. El personaje de Seo Young-bok, madre de cuatro hijos y compañera de Jung-sook en esta aventura comercial, aporta un contraste interesante, ya que mientras ambas persiguen un objetivo similar —proveer para sus familias—, sus motivos y luchas internas son profundamente diferentes. La camaradería entre estas dos mujeres es uno de los puntos más fuertes de la serie, un lazo que se forja bajo la presión de un ambiente hostil.
En cuanto al elenco, Kim So-yeon brilla en su papel, ofreciendo una interpretación cargada de matices. Su capacidad para transmitir la desesperación de Jung-sook, así como su posterior determinación, añade una dimensión adicional a la historia. Yeon Woo-jin, como el detective Kim Do-hyun, ofrece una contraparte masculina intrigante, aunque aún enigmática, cuya relación con Jung-sook promete desarrollarse en episodios futuros. La interacción entre ambos personajes no solo aporta un respiro a la trama, sino que también insinúa que la serie puede ir más allá de las expectativas convencionales, explorando una dinámica más compleja entre ellos.
Uno de los temas recurrentes en ‘Un negocio virtuoso’ es el conflicto entre el deber familiar y el deseo personal. A lo largo de los primeros episodios, Jung-sook y sus compañeras enfrentan constantemente la disyuntiva entre cumplir con las expectativas tradicionales y la necesidad de reinventarse en un contexto que las margina. La serie se mueve con habilidad entre el drama y el humor, sin caer en excesos ni caricaturas. La inclusión de momentos de comedia, especialmente en las escenas en las que las mujeres intentan vender sus productos en situaciones incómodas, proporciona un equilibrio necesario ante la seriedad del tema central.
El guion, escrito por Choi Bo Rim, evita simplificaciones morales, mostrando a los personajes como seres humanos complejos, a veces contradictorios. Aunque la venta de productos para adultos puede parecer trivial desde una perspectiva externa, en el contexto de la serie se convierte en un símbolo de resistencia contra una sociedad que quiere mantener a las mujeres confinadas en roles pasivos y predecibles. No obstante, la serie no glorifica esta resistencia de manera explícita, sino que la presenta como una lucha llena de incertidumbre y peligro, lo que añade una capa de realismo a la historia.
La ambientación en los años 90 es otro de los puntos fuertes de la serie. El diseño de producción y la atención al detalle permiten al espectador transportarse a una Corea rural en la que la modernidad empieza a chocar con los valores tradicionales. El contraste entre los productos que venden las mujeres y la austeridad de su entorno refleja este choque de épocas, subrayando cómo la modernización no solo trae consigo avances tecnológicos, sino también tensiones culturales y sociales que tardan en resolverse.
A pesar de sus méritos, ‘Un negocio virtuoso’ no es una serie que ofrezca respuestas fáciles ni conclusiones definitivas. Al contrario, plantea preguntas sobre la libertad individual, el poder del dinero y el papel de las mujeres en sociedades que aún luchan por reconocer sus derechos. Cada episodio se siente como un paso más en el viaje de autodescubrimiento de Jung-sook, una protagonista que, aunque profundamente arraigada en su comunidad, parece destinada a romper con las cadenas que la atan.
En resumen, ‘Un negocio virtuoso’ es un retrato detallado y bien ejecutado de los dilemas morales y personales que enfrentan las mujeres en sociedades profundamente conservadoras. Cho Woong y su equipo logran capturar las complejidades de una era de cambios, sin caer en sentimentalismos ni exageraciones. A través de personajes bien construidos y un guion que sabe cuándo ser sutil y cuándo intensificarse, la serie consigue involucrar al espectador en una historia que, aunque situada en el pasado, tiene mucho que decir sobre el presente.
POR NOÉ R. RIVAS