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Joanie Knight tiene un mensaje para cualquiera que esté considerando tomar medicamentos como Ozempic o Wegovy, que se han hecho populares porque pueden ayudar a conseguir una espectacular pérdida de peso.
«Ojalá nunca lo hubiera probado. Ojalá no hubiera oído hablar de ellos en mi vida», dice Knight, 37 años, de Angie, Louisiana. «Este medicamento convirtió mi vida en un infierno. Un infierno. Me ha costado dinero. Me ha costado mucho estrés, me ha costado días y noches y viajes con mi familia. Me ha costado mucho, y no merece la pena. El precio es demasiado alto».
Brenda Allen, de 42 años, de Dallas, Texas, piensa lo mismo. Su médico le recetó Wegovy para perder peso.
«E incluso ahora, que tiene casi un año que dejé de tomar el medicamento, sigo con muchos problemas», dijo Allen en una entrevista con CNN. Contó que hace poco fue a urgencias después de vomitar tanto que se deshidrató.
Emily Wright, de 38 años, profesora en Toronto, Canadá, comenzó a tomar Ozempic en 2018. A lo largo de un año, dijo que perdió 36 kilogramos, una pérdida que ha podido mantener. Pero Wright relató que ahora vomita con tanta frecuencia que tuvo que pedir una licencia en su trabajo.
«Hace casi un año que dejé de tomar Ozempic, pero aún no regreso a la normalidad», afirma Wright.
Sin embargo, si el estómago se ralentiza demasiado, puede causar problemas.
A Knight y Wright se les diagnosticó gastroparesia grave, o parálisis estomacal. Sus médicos creen que puede deberse o haberse agravado por la medicación que estaban tomando, Ozempic.
Wright dijo que también se le diagnosticó el síndrome de vómitos cíclicos, que la hace vomitar varias veces al día.
Allen aún no tiene un diagnóstico para sus problemas estomacales, pero dijo que empezaron después de que su médico la animara a tomar Wegovy para perder peso. Está controlando sus náuseas y vómitos con un medicamento llamado Zofran y con probióticos recetados mientras espera a que le hagan más pruebas en octubre, las citas más cercanas que pudo conseguir con especialistas.
Los médicos afirman que cada vez salen a la luz más casos similares, debido a la gran popularidad de estos medicamentos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) ha recibido informes de pacientes que toman estos fármacos y sufren parálisis estomacal que, en ocasiones, no se han resuelto al momento de realizar el informe.
Y el mes pasado, la Sociedad Estadounidense de Anestesiólogos advirtió que los pacientes deben dejar de tomar estos medicamentos una semana antes de una intervención quirúrgica, ya que pueden aumentar el riesgo de que regurgiten alimentos durante una operación, aunque hayan ayunado según las indicaciones. Los vómitos bajo anestesia a veces hacen que la comida y el ácido del estómago lleguen a los pulmones, lo que puede causar neumonía y otros problemas tras la operación.
Hasta ahora, se cree que casos extremos como estos son raros, y pueden ser el resultado de que el fármaco desenmascare o empeore un «estómago lento» preexistente. Los médicos afirman que las personas pueden padecer una afección silenciosa denominada vaciado gástrico retardado y no saberlo. No hay nada en las etiquetas de los medicamentos que advierta específicamente que pueden producir gastroparesia.
En respuesta a la solicitud de comentarios de CNN, Novo Nordisk, fabricante de Ozempic y Wegovy, señaló que los medicamentos de esta clase se han utilizado durante 15 años para tratar la diabetes y durante ocho años para tratar la obesidad, y que han sido ampliamente estudiados en el mundo real y en ensayos clínicos.
«Los efectos gastrointestinales son bien conocidos en la clase de los GLP-1. En el caso de la semaglutida, la mayoría de los efectos secundarios gastrointestinales son de leves a moderados y de corta duración. Se sabe que los GLP-1 provocan un retraso en el vaciado gástrico, como se indica en la etiqueta de cada uno de nuestros medicamentos GLP-1 RA. Los síntomas de retraso del vaciado gástrico, náuseas y vómitos figuran como efectos secundarios», dice el comunicado.
La gastroparesia puede tener muchas causas, entre ellas la diabetes, que es una de las razones por las que muchos pacientes toman estos medicamentos. También se sabe que las mujeres corren mayor riesgo de padecerla. En más de la mitad de los casos de gastroparesia, los médicos no logran encontrar una causa.
«Puede que simplemente tengan muy mala suerte», afirma el Dr. Michael Camilleri, gastroenterólogo de la Clínica Mayo, sobre las pacientes que compartieron sus casos.
Por otra parte, así es como funcionan los fármacos, aunque no muchos médicos o pacientes entienden esto o los problemas que pueden seguir, dijo Camilleri.
Camilleri recibió una subvención de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) para estudiar cómo uno de los primeros agonistas del GLP-1, un fármaco llamado liraglutida, afecta a la función estomacal.
Reclutó a 40 adultos obesos y los asignó aleatoriamente a tomar dosis crecientes de liraglutida o un placebo, que no contenía ningún principio activo.
Al cabo de cinco semanas, los participantes en el estudio ingirieron una comida con un marcador radiactivo para ver cuánto tiempo permanecían los alimentos en el estómago. La digestión de las personas que tomaron liraglutida se desaceleró drásticamente en comparación con las que tomaron placebo. La mitad de lo que comían tardaba unos 70 minutos en salir del estómago, frente a los cuatro minutos del grupo placebo. Y eso era solo el retraso medio: en algunos pacientes que tomaron liraglutida, el tiempo que tardó la mitad de la comida en salir del estómago fue de 151 minutos, es decir, más de 2 horas y media.
Camilleri señaló que el grupo que tomó liraglutida perdió peso, y cuanto mayor era el retraso en la salida de la comida del estómago, más peso parecían perder las personas.
Afortunadamente, los participantes en el estudio parecieron adaptarse a la medicación con el tiempo. Al cabo de 16 semanas, los participantes del grupo que tomaba liraglutida eliminaban aproximadamente la mitad de lo que comían en unos 30 minutos, frente a los siete minutos del grupo placebo. Los síntomas de náuseas y vómitos también parecieron aliviarse.
«Desgraciadamente, no se han realizado este tipo de estudios sólidos y, por tanto, la idea de que este tipo de medicamentos retrasa el vaciado gástrico no está tan reconocida», afirma Camilleri.
«Es concebible que algunos pacientes puedan tener un vaciado gástrico lento limítrofe y empezar con uno de los agonistas del GLP-1 pueda precipitar una gastroparesia en toda regla».
Joanie Knight recuerda exactamente lo que comió el día de su cumpleaños en 2021. Pidió fajitas de pollo en uno de sus restaurantes favoritos. Se comió tres patatas fritas delgadas, y dos o tres trozos de pollo, y luego sintió que el pánico se apoderaba de ella cuando no pudo tragar la comida.
«Sentía como si se me hubiera atascado en la garganta», cuenta Knight, que en ese momento llevaba 2 años tomando Ozempic y, como consecuencia, ya comía muy poco cada día. Su cena de cumpleaños desencadenó un ataque de vómitos violentos.
«Pensé: ‘No comí nada, ¿cómo puedo vomitar tanto?'», narra.
Fue a ver a un gastroenterólogo, un médico especializado en problemas estomacales. Le introdujeron un tubo con una cámara por la garganta hasta el estómago para ver cuál era el problema.
«Me dijeron que tenía el estómago lleno de comida”, recuerda.
Normalmente, menos del 10% de los alimentos quedan en el estómago cuatro horas después de una comida. Cuando ese porcentaje asciende al 10-15%, se considera gastroparesia leve. La gastroparesia moderada es cuando queda entre un 15% y un 35% de comida. La gastroparesia grave es la que supera el 35% después de cuatro horas.
Un estudio de vaciado gástrico, una prueba que mide cómo se desplazan los alimentos por el estómago, situó a Knight en la categoría de grave. Decía que tenía náuseas todo el tiempo, por poco que comiera, y tomaba un medicamento recetado contra las náuseas «como si fueran caramelos».
Aun así, los médicos no relacionaron sus problemas estomacales con el Ozempic que tomaba. Aunque la información sobre la prescripción del medicamento advierte de náuseas y vómitos, solo menciona que el fármaco provoca un retraso en el vaciado estomacal como advertencia de que podría afectar a la absorción de otros medicamentos.
Pasaron casi 4 meses más hasta que un especialista le retiró la medicación.
Emily Wright, la profesora de Toronto, dijo que el Ozempic que tomaba le ayudó a perder unos 36 kilos en un año, y siguió tomándolo para controlar el azúcar en sangre, pero siempre se sentía mal. Vomitaba todos los días, pero se acostumbró: se despertaba, vomitaba y el día mejoraba.
En los ensayos clínicos, casi la mitad de las personas (el 44%) que tomaron Wegovy declararon tener náuseas y casi una de 4 cuatro, vómitos; ambos son síntomas frecuentes de gastroparesia. Y en los ensayos clínicos de Ozempic, que es el mismo medicamento que Wegovy, pero administrado a una dosis más baja, 1 de cada 5 personas declaró náuseas y 1 de cada 10, vómitos.
Para septiembre de 2020, Wright tuvo que ser hospitalizada por deshidratación relacionada con los vómitos, y eso la llevó a presionar a sus médicos para obtener más respuestas. Un estudio de vaciado gástrico demostró que tenía gastroparesia. Sus médicos le recetaron otros dos medicamentos para tratar de controlar los síntomas, pero no le retiraron el Ozempic porque no sospechaban que estuviera contribuyendo a ello.
La diabetes también puede causar gastroparesia, pero eso solo suele ocurrir en personas que han padecido la enfermedad durante al menos una década y los niveles crónicamente altos de azúcar en sangre han dañado los nervios que controlan el estómago.
Tanto Knight como Wright dicen que sus médicos descartaron esa posibilidad en sus casos. «Todos decían que era imposible que se tratara de diabetes», afirma Wright, la maestra de Toronto, a la que solo hacía cinco años que le habían diagnosticado diabetes cuando desarrolló la gastroparesia.
En septiembre de 2022, sus vómitos empeoraron. De pie frente a su clase, Wright dijo que comenzó a tener eructos que olían tan fuertemente a azufre y huevos podridos que los niños comenzaron a comentarlo. «¿Qué es eso?¿De dónde viene?», preguntaban.
Entonces, en lugar de vomitar lo que acababa de comer, Wright se dio cuenta de que vomitaba lo que había comido tres o cuatro días antes.
Otra prueba de vaciado gástrico demostró que su estado había empeorado.
«Entonces el gastroenterólogo me dijo: ‘Bueno, en endoscopias he visto a muchos pacientes con el estómago lleno que tomaban Ozempic. Así que vamos a intentar quitarte el Ozempic'», dijo Wright.
Tanto Knight como Wright dijeron que se sintieron algo mejor tras suspender la medicación, pero sus problemas continuaron.
Ahora, según Wright, en lugar de vomitar una comida que comió hace varios días, la mayoría de las veces vomita alimentos que ingirió recientemente.
Para las personas con gastroparesia, sea cual sea su causa, estas historias son la norma. La gastroparesia tiene un alto costo físico y mental para quienes la padecen.
Knight, la madre de Louisiana, acabó sometiéndose a una operación de bypass estomacal. Es una técnica similar a la que se utiliza para perder peso, pero también puede ser un tratamiento para casos graves de gastroparesia. Dice que le ha permitido volver a comer algunas de sus comidas favoritas, como unos bocados de pizza o pollo.
«Antes tomaba una cantidad extrema de vitaminas porque no comía. Ahora puedo comer lo suficiente para no estar desnutrida», dijo Knight.
Wright dijo que espera que su estado mejore con medicamentos y tiempo.
«No sabemos cuándo vamos a mejorar. Creo que esa es la parte más difícil», dijo. «Si me dieran un año o dos, tendría algo que esperar».
Los organismos reguladores de medicamentos afirman que han recibido informes de parálisis estomacal entre pacientes que toman fármacos agonistas del GLP-1.
«La FDA ha recibido informes de gastroparesia con semaglutida y liraglutida, algunos de los cuales documentaron que el evento adverso no mejoró después de la interrupción del producto respectivo en el momento del informe», dijo la agencia en un comunicado a CNN.
Los informes se han presentado a través del sistema de seguimiento de acontecimientos adversos de acceso público de la agencia, pero la FDA dijo que no siempre hay suficiente información en esos informes para evaluarlos adecuadamente.
La FDA dijo que no ha podido determinar si los medicamentos fueron la causa o si la gastroparesia puede haber sido causada por un problema diferente.
«La gastroparesia puede ser una complicación de la diabetes relacionada con una enfermedad de larga duración o mal controlada, lo que complica aún más la capacidad de determinar qué papel desempeñaron los medicamentos en los acontecimientos notificados», señaló la agencia.
A la pregunta de si se debería advertir a médicos y pacientes sobre el riesgo que corren las personas que, para empezar, se sabe que tienen una digestión lenta, la agencia dijo que los beneficios del medicamento pueden seguir siendo mayores que sus riesgos, incluso para este grupo.
«La normativa relativa al etiquetado de medicamentos establece que un fármaco debe estar contraindicado solo en aquellas situaciones clínicas en las que el riesgo derivado de su uso supere claramente cualquier posible beneficio terapéutico. Solo los peligros conocidos, y no las posibilidades teóricas, pueden constituir la base de una contraindicación», señaló la agencia.
La FDA dijo que los pacientes con gastroparesia no fueron excluidos de los ensayos clínicos de estos medicamentos, y los beneficios para la diabetes y el control de peso «pueden superar los riesgos en algunos pacientes con gastroparesia o retraso del vaciado gástrico».
Los médicos expertos en el tratamiento de la gastroparesia afirman que se están enfrentando a más historias como esta a medida que aumenta el número de personas que prueban los fármacos.
«La gastroparesia o el retraso del vaciamiento gástrico por los agonistas del GLP-1 es algo que sin duda ocurre», afirma la doctora Linda Nguyen, especialista en el tratamiento de esta afección en la Universidad de Stanford.
Lo que parece inusual en casos como los de Wright y Knights, según Nguyen, es que no mejoraron tras suspender la medicación.
«Según mi experiencia, cuando se deja el agonista del GLP-1, el vaciado gástrico mejora», dijo Nguyen, que también es portavoz de la Asociación Estadounidense de Gastroenterología.
Los anestesiólogos afirman que la parálisis estomacal que provocan estos medicamentos entraña peligros reales, y que médicos y pacientes necesitan más información sobre los riesgos.
La Dra. Renuka George, directora regional de Anestesiología de la Universidad Médica de Carolina del Sur, tuiteó recientemente una foto del contenido estomacal aspirado a un paciente que había ayunado según las indicaciones pero tomaba un agonista del GLP-1 para la diabetes. El estómago, dijo, estaba básicamente lleno, a pesar de haber seguido al pie de la letra todas las instrucciones de preparación quirúrgica.
En una entrevista con CNN, George explicó que se trata de un cuento con moraleja.
«Supongo que los anestesiólogos se han centrado más en este tema, sencillamente porque la aspiración es muy preocupante», afirmó.
George explicó que el estómago y el esófago están diseñados para manejar los ácidos digestivos que se mezclan con los alimentos, pero los pulmones no.
«El tejido pulmonar es frágil y precioso», dijo George. «Si algo entra en los pulmones, en el mejor de los casos, es una tos; en el peor, acabas conectado a un respirador artificial durante un largo periodo», explicó.
Dijo que a medida que más y más personas toman estos medicamentos, con poca información acerca de la ralentización del estómago asociada, pueden no tener el conocimiento suficiente para saber qué decirle a sus médicos.
«La gran preocupación es si tenemos pacientes que no son conscientes de esto y no se lo dicen a sus anestesiólogos, porque no todo el mundo quiere anunciar que está tomando un medicamento para adelgazar, ¿verdad?», dijo. «Así que eso se convierte en un problema porque no ayunan adecuadamente».
En este momento, la Sociedad Estadounidense de Anestesiólogos (ASA, por sus siglas en inglés) aconseja a los médicos que los pacientes dejen estos medicamentos durante una semana antes de la cirugía para prevenir la aspiración, pero el presidente de la ASA, el Dr. Michael Champeau, dijo que no están seguros de cuál sería la cantidad correcta de tiempo para ayunar o dejar el medicamento.
«Cuando emitimos esta guía, lo hicimos basándonos en pruebas científicas muy limitadas», dijo Champeau. Este tipo de estudios, sobre el retraso en el vaciado estomacal, no se han llevado a cabo.
Añadió que sus expertos consideran que, a corto plazo, sería razonable suspender la medicación una semana antes en el caso de las personas que la toman semanalmente.
George dijo que estaba al tanto de los estudios en curso para tratar de aprender más acerca de esta complicación.
«Hay muchas investigaciones en marcha. Tengo la sensación de que veremos muchas publicaciones al respecto en los próximos años», afirmó.
Hasta que se sepa más, George dijo que la gente debe ser sincera con todos sus médicos sobre la toma de cualquier fármaco.
Knight, la paciente con gastroparesia de Louisiana, dijo que la gente debe considerar detenidamente los riesgos.
«Acepto que el medicamento me estaba funcionando. Tuve un importante efecto secundario que alteró el curso de mi vida. Ahora siento que mi mejor opción es intentar advertir a la gente siempre que pueda», afirmó.
Nguyen, el médico de Stanford, dijo que los pacientes deben prestar atención a los efectos secundarios. Si vomitan una o 2 veces, puede ser normal, pero los vómitos persistentes no lo son.
«Hay que evaluarlos. Considera la posibilidad de reducir la dosis o suspender la medicación», dijo.
«Si los vómitos están afectando tu hidratación, o estás teniendo que tomar otros medicamentos para tratar los efectos secundarios de esta medicación, entonces creo que es hora de reconsiderarlo».
Por: Brenda Goodman para CNN
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