Feria de Hongos de Cuajimoloyas, una opción de ecoturismo comunitario en la Sierra Norte

Con el inicio de la temporada de lluvias, las setas comienzan a descubrirse en los llanos, praderas, al pie de los pinos y encinos del bosque de Cuajimoloyas. Julio es un mes predilecto para la búsqueda y recolección de hongos, por tal razón fue el mes elegido para llevar a cabo esta feria.

Por Mario Arturo Martinez. 

A más de 3 mil metros sobre el nivel del mar yace el bosque de niebla de San Antonio Cuajimoloyas, comunidad de la Sierra Norte de Oaxaca, que en 1998 decidió abrir sus puertas al turismo ecológico y de aventura, permitiendo a todo el mundo disfrutar de los caminos y veredas donde los altos pinos decoran los prados y las formaciones rocosas del distintivo paisaje serrano.

Sólo dos años después de dar inicio a su proyecto ecoturístico, decidieron realizar la primera «Feria Regional de Hongos Silvestres y otros productos no maderables«. Un proyecto innovador en la región donde biólogos, turistas y pobladores conviven para compartir conocimientos.

Con el inicio de la temporada de lluvias, las setas comienzan a descubrirse en los llanos, praderas, al pie de los pinos y encinos del bosque de Cuajimoloyas. Julio es un mes predilecto para la búsqueda y recolección de hongos, por tal razón fue el mes elegido para llevar a cabo esta feria.

Vicente Luis López es el coordinador del centro ecoturístico Yaa-Cuetzi, que significa «quiote de maguey» o «lugar de los magueyes”, y explica que la feria se desarrolla durante dos días, y quienes asisten se adentran en los senderos del bosque para realizar un recorrido de aproximadamente tres horas hasta llegar a un lugar conocido como el llano de Tarajeas.

 

Cada grupo que se adentra en el bosque va acompañado de un guía de la comunidad. Los participantes llevan la atención puesta en descubrir todos los hongos que brotan cerca del pasto o las que se esconden entre la hojarasca. La misión es recolectar la mayor diversidad de especies del reino fungi.

«La recomendación que les hacen los guías es que solo recojan un hongo por especie, y así se van contando las especies. Una vez llegando al llano de Tarajeas, se realiza el conteo de las especies que cada grupo encontró y se premia a la canasta con mayor diversidad de especies», explica Vicente López.

De acuerdo al libro «México, tierra de Hongos» de Cecilia Ofir López Sánchez, «se calcula que en México puede haber cerca de 200 mil especies de hongos, de las cuales solo se tiene información de entre el 3.5% y el 5% de ellas».

Vicente López hace hincapié en que el conocimiento de nuevas especies y sus beneficios ha hecho que la gastronomía aumente en variedad y formas de preparación año con año.

 «Cuando yo era niño, el único hongo que consumíamos era el rojo, que le decíamos amanita caesarea. El hongo boletus, comúnmente conocido como pancita, no lo consumíamos. Nadie nos dijo que tenía beneficios. Actualmente sabemos que ayuda a prevenir el cáncer y es un regulador natural de la presión arterial. Es uno de los más ricos para consumir».

Cuando la colecta termina, se realiza una comida de campo con todas las personas que participaron en la búsqueda, recolección y clasificación de hongos. También se disfruta de una noche cultural.

Al día siguiente, se realizan conferencias, exhibiciones y eventos culturales relacionados con la micología, la gastronomía y la cultura oaxaqueña. Además, se pueden disfrutar de otros servicios que ofrece la comunidad, como una tirolesa de un kilómetro, senderismo o su puente colgante de 137 metros de largo y 21 metros de altura.

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Mario Arturo Martinez | El Universal Oaxaca

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